Gertrudis dice cosas extrañas. Dice que mi novio Víctor es un desastre, que (1) se acerca (acercarse / maquillarse) a mí sólo para copiar mi tarea. Además, (2) se atreve (atreverse / levantarse) a decir que yo no (3) me doy cuenta (ponerse / darse cuenta) de la brecha generacional entre él y yo. ¡Víctor sólo tiene un año más que yo! Gertrudis dice también que ningún otro chico va a (4) (secarse / fijarse) en mí mientras que yo esté con Víctor. Ella dice que voy a (5) sorprenderme (sorprenderse / vestirse) si (6) me entero (enterarse / quitarse) de lo que él hace cuando no está conmigo. Creo que voy a (7) (peinarse / arrepentirse) arrepentirme de no escuchar a Gertrudis. Lo curioso es que ella (8) se muere (morirse / despertarse) de envidia cuando ve llegar a Víctor a casa y hasta (9) se olvida (llevarse / olvidarse) de su telenovela, sólo por vigilarnos (keep an eye on us). Me pregunto si Gertrudis sueña con (10) (convertirse / irse) en su novia. Mi hermana no debe (11) (preocuparse / cepillarse) por nosotros. De todas maneras, cuando ella sale con Víctor, ¡yo no (12) me quejo (mudarse / quejarse)!]
Iempre, las mariposas y las golondrinas y los flamencos vuelan huyendo del frío, año tras año, y nadan las ballenas en busca de otra mar y los salmones y las truchas en busca de sus ríos. Ellos viajan miles de leguas, por los libres caminos del aire y del agua.
No son libres, en cambio, los caminos del éxodo humano.
En inmensas caravanas, marchan los fugitivos de la vida imposible.
Viajan desde el sur hacia el norte y desde el sol naciente hacia el poniente.
Les han robado su lugar en el mundo. Han sido despojados de sus trabajos y sus tierras. Muchos huyen de las guerras, pero muchos más huyen de los salarios exterminados y de los suelos arrasados.
Los náufragos de la globalización peregrinan inventando caminos, queriendo casa, golpeando puertas: las puertas que se abren, mágicamente, al paso del dinero, se cierran en sus narices. Algunos consiguen colarse. Otros son cadáveres que la mar entrega a las orillas prohibidas, o cuerpos sin nombre que yacen bajo tierra en el otro mundo adonde querían llegar.
Sebastião Salgado los ha fotografiado, en cuarenta países, durante varios años. De su largo trabajo, quedan trescientas imágenes. Y las trescientas imágenes de esta inmensa desventura humana caben, todas, en un segundo. Suma solamente un segundo toda la luz que ha entrado en la cámara, a lo largo de tantas fotografías: apenas una guiñada en los ojos del sol, no más que un instantito en la memoria del tiempo.
You can also say Buenos días maestra or beunos días profesora