Iempre, las mariposas y las golondrinas y los flamencos vuelan huyendo del frío, año tras año, y nadan las ballenas en busca de otra mar y los salmones y las truchas en busca de sus ríos. Ellos viajan miles de leguas, por los libres caminos del aire y del agua. No son libres, en cambio, los caminos del éxodo humano. En inmensas caravanas, marchan los fugitivos de la vida imposible. Viajan desde el sur hacia el norte y desde el sol naciente hacia el poniente. Les han robado su lugar en el mundo. Han sido despojados de sus trabajos y sus tierras. Muchos huyen de las guerras, pero muchos más huyen de los salarios exterminados y de los suelos arrasados.
Los náufragos de la globalización peregrinan inventando caminos, queriendo casa, golpeando puertas: las puertas que se abren, mágicamente, al paso del dinero, se cierran en sus narices. Algunos consiguen colarse. Otros son cadáveres que la mar entrega a las orillas prohibidas, o cuerpos sin nombre que yacen bajo tierra en el otro mundo adonde querían llegar. Sebastião Salgado los ha fotografiado, en cuarenta países, durante varios años. De su largo trabajo, quedan trescientas imágenes. Y las trescientas imágenes de esta inmensa desventura humana caben, todas, en un segundo. Suma solamente un segundo toda la luz que ha entrado en la cámara, a lo largo de tantas fotografías: apenas una guiñada en los ojos del sol, no más que un instantito en la memoria del tiempo.
TODO el día una línea y otra línea, un escuadrón de plumas, un navío palpitaba en el aire, atravesaba el pequeño infinito de la ventana desde donde busco, interrogo, trabajo, acecho, aguardo.
La torre de la arena y el espacio marino se unen allí, resuelven el canto, el movimiento.
Encima se abre el cielo.
Entonces así fue: rectas, agudas, palpitantes, pasaron hacia dónde? Hacia el Norte, hacia el Oeste, hacia la claridad, hacía la estrella, hacia el peñón de soledad y sal donde el mar desbarata sus relojes.
Era un ángulo de aves dirigidas aquella latitud de hierro y nieve que avanzaba sin tregua en su camino rectilíneo: era la devorante rectitud de una flecha evidente, los números del cielo que viajaban a procrear formados por imperioso amor y geometría.
Yo me empeñé en mirar hasta perder los ojos y no he visto sino el orden del vuelo, la multitud del ala contra el viento: vi la serenidad multiplicada por aquel hemisferio transparente cruzado por la oscura decisión de aquellas aves en el firmamento.
No vi sino el camino.
Todo siguió celeste.
Pero en la muchedumbre de las aves rectas a su destino una bandada y otra dibujaban victorias triangulares unidas por la voz de un solo vuelo, por la unidad del fuego, por la sangre, por la sed, por el hambre, por el frío, por el precario día que lloraba antes de ser tragado por la noche, por la erótica urgencia de la vida: la unidad de los pájaros volaba hacia las desdentadas costas negras, peñascos muertos, islas amarillas, donde el sol dura más que su jornada y en el cálido mar se desarrolla el pabellón plural de las sardinas.
En la piedra asaltada por los pájaros se adelantó el secreto: piedra, humedad, estiércol, soledad, fermentarán y bajo el sol sangriento nacerán arenosas criaturas que alguna vez regresarán volando hacia la huracanada luz del frío, hacia los pies antárticos de Chile.
Ahora cruzan, pueblan la distancia moviendo apenas en la luz las alas como si en un latido las unieran,
vuelan sin desprenderse
del cuerpo
migratorio
que en tierra se divide y se dispersa.
Sobre el agua, en el aire, el ave innumerable va volando, la embarcación es una, la nave transparente construye la unidad con tantas alas, con tantos ojos hacia el mar abiertos que es una sola paz la que atraviesa y sólo un ala inmensa se desplaza.
Ave del mar, espuma migratoria, ala del Sur, del Norte, ala de ola, racimo desplegado por el vuelo, multiplicado corazón hambriento, llegarás, ave grande, a desgranar el collar de los huevos delicados que empolla el viento y nutren las arenas hasta que un nuevo vuelo multiplica otra vez vida, muerte, desarrollo, gritos mojados, caluroso estiércol, y otra vez a nacer, a partir, lejos del páramo y hacia otro páramo.
Lejos de aquel silencio, huid, aves del frío hacia un vasto silencio rocalloso y desde el nido hasta el errante número, flechas del mar, dejadme la húmeda gloria del transcurso, la permanencia insigne de las plumas que nacen, mueren, duran y palpitan creando pez a pez su larga espada, crueldad contra crueldad la propia luz y a contraviento y contramar, la vida.
Hello everyone! I need to talk to you all about Jimena’s birthday. She doesn’t know but tomorrow I’ll make a party for her.
Don’t know what to buy for her ? Jimena loves a red watch that they’re selling at the mall. She also likes a blue sweater and a skirt with black and blue stripes that they sell at the store “Ropita”. I would recommend the the long boots from “Zapatitos”, that’s open all day. You can also find a perfect gift at the library. She almost never leaves that store.
I’ll wait for you all at my house tomorrow at 7:00 pm.