Los fundamentalismos islámicos y judíos, en cuanto fenómenos culturales, constituyen una reacción frente a la modernidad de tipo occidental. El concepto de modernidad remite a un modelo general definido principalmente por la aplicación de los principios generales de la razón. Este modelo está relacionado con ciertas etapas de desarrollo económico, así como transformaciones políticas y culturales hacia la apertura, la racionalización y la secularización (Touraine, 1988).