Desde la Edad Moderna, Europa ha ejercido un dominio económico, político y cultural sobre el resto del mundo. Fundamentalmente tras el descubrimiento de América en 1492. Esto implicó un desplazamiento del eje económico y comercial del Mediterráneo al Atlántico; en el siglo XVII, básicamente. Se desarrolla el capitalismo comercial y el Estado absoluto, que tratarán de controlar el mercado colonial. Pero el control no es completo y surge la piratería. Este monopolio lo ejercen, fundamentalmente, España y Portugal; sin embargo, en 1778 este sistema se cae, tras el Decreto de liberación del comercio con las provincias de ultramar: al permitir a Inglaterra, Francia y comerciar con las Indias. El comercio nacional estaba protegido.
Pero la revolución industrial cambiará las cosas. A mediados del siglo XVIII, en Inglaterra, comienzan a utilizarse máquinas para la producción de bienes: surge el capitalismo industrial, y bajan los precios unitarios de los productos, que tienen una calidad asimilable. Inglaterra será el principal foco de producción del mundo; al que pronto le seguirán Flandes y los Países Bajos, Alemania y Francia. Se crea el proletariado industrial y se comienza la transición demográfica en los países industrializados. Pero este modelo económico cada vez necesita mayores mercados y más fuentes de abastecimiento de materias primas. A comienzos del siglo XIX se alcanza el primer equilibrio económico europeo: Inglaterra, Países Bajos y Francia, en la región noroeste, proporcionan productos manufacturados; el este de Europa y la llanura central europea cereales; y el sur de Europa, España, Portugal, Italia y Grecia, productos de lujo, frutas y verduras.
Durante este período se desarrolla extraordinariamente la burguesía, que intenta alcanzar el poder político, porque que el económico ya lo tiene. Con la Revolución francesa aparece el Estado liberal que se consolida definitivamente tras las revoluciones liberales de 1848 y 1868. Este Estado tiene una concepción diferente de las relaciones económicas, tanto nacionales como internacionales. Pretende terminar con el proteccionismo, liberalizar el comercio, poner la propiedad de la tierra en el mercado (con la desamortización), disminuir y ordenar los impuestos y el gasto público, proteger la industria y abastecerse de todos los productos necesarios. Para ello suprimirán las aduanas interiores y creará diversas leyes que regularán el comercio, la industria, etc.; y promulgarán diversos códigos, que tienen vigencia en todo el territorio nacional. Se trata de la creación, por parte de la burguesía, de un Estado liberal y si es posible republicano.
Pero la economía entra en crisis a finales del siglo XIX (la gran depresión). La expansión de la economía y del modelo industrial por toda Europa deja pequeños tanto el mercado como las fuentes de materias primas, por lo que se hace necesario buscar otros países de abastecimiento y mercado; aparece, así, el colonialismo europeo, gracias al cual Europa difunde por todo el mundo su modelo de capitalismo industrial y su cultura. Claro que, en esta expansión, los mismos países europeos chocarán en sus intereses. Las tensiones irán aumentando hasta la primera guerra mundial.
Pero la revolución industrial cambiará las cosas. A mediados del siglo XVIII, en Inglaterra, comienzan a utilizarse máquinas para la producción de bienes: surge el capitalismo industrial, y bajan los precios unitarios de los productos, que tienen una calidad asimilable. Inglaterra será el principal foco de producción del mundo; al que pronto le seguirán Flandes y los Países Bajos, Alemania y Francia. Se crea el proletariado industrial y se comienza la transición demográfica en los países industrializados. Pero este modelo económico cada vez necesita mayores mercados y más fuentes de abastecimiento de materias primas. A comienzos del siglo XIX se alcanza el primer equilibrio económico europeo: Inglaterra, Países Bajos y Francia, en la región noroeste, proporcionan productos manufacturados; el este de Europa y la llanura central europea cereales; y el sur de Europa, España, Portugal, Italia y Grecia, productos de lujo, frutas y verduras.
Durante este período se desarrolla extraordinariamente la burguesía, que intenta alcanzar el poder político, porque que el económico ya lo tiene. Con la Revolución francesa aparece el Estado liberal que se consolida definitivamente tras las revoluciones liberales de 1848 y 1868. Este Estado tiene una concepción diferente de las relaciones económicas, tanto nacionales como internacionales. Pretende terminar con el proteccionismo, liberalizar el comercio, poner la propiedad de la tierra en el mercado (con la desamortización), disminuir y ordenar los impuestos y el gasto público, proteger la industria y abastecerse de todos los productos necesarios. Para ello suprimirán las aduanas interiores y creará diversas leyes que regularán el comercio, la industria, etc.; y promulgarán diversos códigos, que tienen vigencia en todo el territorio nacional. Se trata de la creación, por parte de la burguesía, de un Estado liberal y si es posible republicano.
Pero la economía entra en crisis a finales del siglo XIX (la gran depresión). La expansión de la economía y del modelo industrial por toda Europa deja pequeños tanto el mercado como las fuentes de materias primas, por lo que se hace necesario buscar otros países de abastecimiento y mercado; aparece, así, el colonialismo europeo, gracias al cual Europa difunde por todo el mundo su modelo de capitalismo industrial y su cultura. Claro que, en esta expansión, los mismos países europeos chocarán en sus intereses. Las tensiones irán aumentando hasta la primera guerra mundial.
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