Bajo los romanos, Hispania floreció durante 400 años unida tanto en la ley como en el idioma. Los gobernantes de Roma permitieron que romanos e hispanos se casaran. Los hispanos tenían voz en el gobierno y ayudaron a construir nuevas ciudades, incluidas Valencia y Mérida.
Uno de los más indudables símbolos de civilización que las culturas foráneas aportaron a Hispania fue la acuñación de moneda con el fin de facilitar las transacciones comerciales. Hasta entonces, los pueblos peninsulares basaban su economía en el trueque de productos, pero a principios del siglo III a.