Somos prejuiciosos todos y es por culpa del mundo en que vivimos.
Somos así porque la vida diaria nos ha entrenado para obrar así, vivimos llenos de miedo y con nuestros mecanismos de defensa activados 24 horas al día incluyendo los domingos cuando estamos solos en nuestra cama desconfiando de una película porque no nos gusta su carátula. Somos así porque los medios, la sociedad y las generaciones anteriores nos enseñaron a escandalizarnos al ver a una pareja de novios de distinto color de piel.
Un prejuicio es exactamente eso, hacer un juicio previo de una persona; sin darnos tiempo a tener datos reales sobre ella. Pero es que, aún sin esos datos, la incluimos directamente en un grupo; y esto lo hacemos utilizando lo que denominamos como estereotipos.
A su vez, los estereotipos son las creencias, sentimientos o ideas que tenemos hacia las personas o situaciones que pertenecen a un grupo concreto. Por ejemplo, podemos tener ciertas ideas sobre los abogados, los albañiles, las personas de raza gitana, etc.